
Para este año tenía el deseo de ponerme como meta volver a leer.
En mi caso, como le pasa a la mayoría de los que conozco, había dejado de hacerlo, no porque no me gustara, no por falta de libros en el librero, y si me sincerizaba, tampoco por falta de tiempo. La verdad era que se me estaba haciendo cada vez más difícil en un mundo donde hay cientos de cosas peleándose de forma agresiva por llamar la atención.
Y es que entre los reels de Instagram, las series de televisión, los podcasts, los mensajes del whatsapp, a veces mi mente derivando en discusiones imaginarias recordando escenas que me sucedían en el día, y un sinfín más, era casi imposible tomar un libro y pasar al menos una página antes de dejarlo, ¡luego de haber tenido que releer los párrafos una y otra vez!
Hasta que finalmente, con los bríos que solo da el año nuevo, comencé a implementar algunos pasos de forma natural con el objetivo de retomar el hábito de la lectura, pero asegurándome de que lo principal fuera disfrutar el proceso.
Lo primero fue que decidí (re)iniciar con un libro sencillo y corto. Opté por uno muy popular que me había llamado la atención desde que lo vi, tanto por su título como por su diseño, que al hojear me agradara su tipo de letra y la sensación de sus hojas, y un plus fue que tenía imágenes muy creativas.
Entonces me propuse leer 5 minutos al día (literalmente ponía el cronómetro en mi celular para comenzar a medir el tiempo). La gran ventaja de esto es que preparaba mi cerebro para concentrarme por 5 minutos en el libro que estaba leyendo, por lo que no sentía ansiedad de tomar el celular o prestarle atención a otra cosa mientras lo hacía porque tenía una meta de tiempo corto. Para sorpresa de nadie siempre me enganchaba un poquito más y siempre terminaba superando los 5 minutos por decisión propia. Solo dejaba correr el cronómetro, los minutos pasaban sin tomar en cuenta la cantidad de páginas que alcanzaba leer en ese tiempo y me sentía genuinamente interesada en lo que las páginas me estaban contando.
Andaba con mi libro en la cartera para donde quiera que iba. Así, cada vez que estaba esperando, sea una mesa en un restaurante, un turno para arreglarme el pelo, un tapón que no se movía… en vez de ver el celular sacaba mi libro y aprovechaba para hacer mis 5 minutos o leer unas cuantas páginas adicionales.
Trataba de hablar sobre lo que había leído que me había gustado, con mi novio, con mi hermana o con cualquier persona cercana que estuviera presente. A veces hasta les leía algunos párrafos que me habían gustado para saber su opinión. Esto me permitía socializar mis impresiones acerca del libro y me sentía más motivada a continuar leyéndolo para poder seguir comentando. ¿Sabes lo que leí hoy?… esta parte me acordó a … esto se parece a cuando… me parece muy buen consejo esto… mira lo que dice de…
Y así por fin, pude terminar el primer libro en mucho tiempo. A mi ritmo, descubriendo lo que a mí me funciona, amando las enseñanzas en cada párrafo, y sobre todo recordando que al final, nadie me quitará lo leído.

Deja un comentario